Querido lector:
Ha llegado a mis oídos que, actualmente, los estudios de
Derecho están sufriendo un declive en su demanda. El país más afectado por esta
cuestión es EEUU, no obstante, en España esta crisis en el mercado de la carrera de Derecho también se está
haciendo notar aunque de una forma menos significativa.
Según datos de la Abogacía Americana, esta tendencia
descendiente de las matriculaciones en Derecho se debe tanto a la crisis
económica como al hecho de que muchos despachos estén desarrollando políticas
empresariales basadas en los recortes de personal.
Por lo que respecta a España, hace unos años, la carrera de
Derecho era considerada como una carrera comodín
puesto que a ella recurrían aquellos estudiantes que no tenían una vocación
hacia el mundo jurídico pero sí querían adquirir una formación completa y que
abriera puertas al mundo laboral. Derecho era la elegida precisamente por las
numerosas salidas profesionales a las que se podía acceder una vez finalizados
los estudios (banca, abogacía, economía y las siempre típicas oposiciones). Ahora,
la carrera que le gana el terreno es ADE (Administración y Dirección de
Empresas).
Visto desde un punto de vista egoísta y egocéntrico, que el número de matriculados en esta maravillosa carrera y, en consecuencia, en número de letrados haya disminuido y vaya a seguir disminuyendo a lo largo de los años… ¡No está tan mal! Creo que hablo por boca de todos mis compañeros si digo que una de las preocupaciones que están a la orden del día es el no llegar a alcanzar el ejercicio de la profesión por escasez de ofertas o por un exceso de demanda de empleo como abogado. Por no hablar, en el caso de un número masivo de licenciados, de la gran competencia que supondría para aquellos interesados en establecerse en un despacho propio. No obstante, todavía hoy, por cada oferta de trabajo relacionada con la abogacía hay tres demandantes.
Dicen que el descenso se hará notar en los próximos años…
Sobre cuáles son las causas, señalan las mencionadas anteriormente pero, en mi
opinión, concurren algunas otras.
En primer lugar, el famoso Plan Bolonia. Su fama no deriva,
ni mucho menos, de su excelencia sino de que se caracteriza por haber sido
implantado con calzador y de cualquier manera por la cabezonería y
prisas injustificadas del Des-Gobierno. Con esto, se ha reducido la carrera de
Derecho a cuatro años pero, ¡qué cuatro! A mí, particularmente, me ha tocado
vivir y cursar en la Primera Promoción de Grado y “puedo prometer y prometo” (citando al gran Adolfo Suárez) que
hemos trabajado y hemos estudiado los mismos temarios que en la Licenciatura
pero en menos tiempo. De ahí que diga que este supuesto “gran Plan” está cogido con alfileres. Íntimamente relacionadas con el Plan está la subida de tasas
en educación, lo que ha provocado que, Derecho, al igual que otras carreras
haya incrementado su precio.
En segundo lugar, la exigencia de cursar un Máster en Abogacía obligatoriamente para poder acceder a la colegiación. La gran mentira del Grado en Derecho es que se reducen los años de estudio. ¿Por qué? Porque tras los cuatro años de carrera, si quieres ejercer como abogado (para lo que hay que colegiarse) debes matricularte (PAGAR más) en unos estudios superiores, esto es: El Máster en Abogacía. Este Máster dura, por lo menos el que yo estoy cursando, un año y medio.
En tercer lugar, examen de acceso a la profesión de abogado.
Esto es la gota que colma el vaso, la puntilla, la guinda del pastel, como lo quieras llamar (a mí se me ocurren
mil formas soeces y políticamente incorrectas para denominarlo). Cuando
terminemos el Máster, mis compañeros y yo tendremos seis meses para preparar un
examen tipo test (algo incomprensible, puesto que en Derecho no siempre hay una
única respuesta correcta) que deberemos aprobar para poder acceder a la
profesión.
Y, en cuarto lugar, pero no por ello menos importante, creo
que ahora la mayoría, por no decir todos, los estudiantes que cursamos la carrera de
Derecho tenemos una vocación especial hacia esta profesión y, de los que
valoremos y queramos formarnos como juristas somos pocos. Tal y como he dicho
antes, hace unos años en esta carrera se matriculaban aquellos que no tenían
una idea concreta de futuro pero, si estudias Derecho te das cuenta de que
tiene que gustarte y ser vocacional para sacarle el máximo partido posible y
disfrutar lo que estás estudiando.
Entonces, ¿somos una especie en extinción? No lo creo. Sólo nos estamos convirtiendo en una clase más selecta y con verdadera vocación.
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