sábado, 22 de noviembre de 2014

Caye no está, Caye se fue, ¿y ahora qué?

Querido lector:

María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay, más conocida como Duquesa de Alba, nos dejó el pasado 20 de noviembre (una fecha bastante marcada por los fallecimientos de algunos que se hicieron llamar “grandes de España” aunque nadie los considera como tal).

Si algo caracterizaba a nuestra querida Duquesa era su carácter rebelde e inconformista, pero como muy bien dijo Paloma San Basilio en Hoy por Hoy (programa de la Cadena SER): “Cuando se está entre los privilegiados es mucho más fácil ser rebelde”. Es decir, como diríamos en mi casa: “Con dineros, chufletes”.

Y hablando de dinero, querido lector, ¿qué va a pasar con la incalculable fortuna de la Duchesse? No sería la primera vez que, con el fallecimiento de una personalidad con renombre, se abren conflictos tan sonados como los derivados del testamento de Luciano Pavarotti, de los problemas relacionados con la legítima en la herencia de Rocío Jurado o, como colofón, todo lo tocante a la herencia de Camilo José Cela… Verdaderos problemas desde el punto de vista del Derecho que dieron mucho juego a las revistas del corazón y a los programas de tele-basura cuyos presentadores aspiraban a ser abogados en potencia (sin mucho éxito, la verdad sea dicha).

Pero, en el caso de la gran Duchesse, es probable que la sangre no llegue al río. Antes de casarse con Alfonso Díez, un hombre 30 años menor que ella y sin (oficio sí tenía) beneficio, los hijos ya se ocuparon de asegurar su futuro ante la desconfianza por el que fuera nuevo amor de su madre.

Así pues, dos meses antes de casarse por tercera vez, Cayetana (así le gustaba que la llamaran)repartió su herencia entre sus hijos, en concreto, se pactó que recibirán 110 millones de euros cada uno (¡casi nada!).

Ahora, querido lector, te preguntarás dónde está el problema. Pues te lo diré. Lo que la Duquesa repartió antes de su boda fueron los 2/3 de la herencia correspondiente a la legítima.

Para los legos en Derecho, la legítima es aquella parte de la herencia de la que no puede disponer el testador libremente por haberla reservado la Ley a determinados herederos, denominados forzosos o legitimarios. Los herederos legitimarios de la Duquesa son sus hijos y su marido (no obstante, éste último sólo tendría derecho al usufructo vitalicio de la mitad de la legítima, es decir, al tercio de mejora).

Y, claro, dirás ¿cómo no se ha llevado nada Alfonso Díez del reparto de la herencia? No se ha llevado nada (de momento) porque Alfonso firmó unas capitulaciones matrimoniales (un pacto entre los cónyuges) por el que renunciaba a cualquier título, derecho u honores que le pudiera corresponder fruto de su matrimonio.

Pero aún queda otro 1/3, el de libre disposición… y sobre éste, la Grande Duchesse sí que puede disponer a su antojo y libre albedrío. Teniendo en cuenta, que la herencia de la Duquesa ronda los 3.000 millones de euros, el tercio de libre disposición es un buen pellizquito.

Tú qué crees, querido lector, ¿se habrá acordado la Duquesa de nosotros? O, en contra de todo pronóstico, ¿se lo habrá dejado a su querido y amado tercer esposo Alfonso? (Léase, este último párrafo, con tono irónico). 

Feliz fin de semana querido lector y a usted, Grande Duchesse, descanse en paz y ¡que le quiten lo bailao!

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