Querido lector:
Llevo unos días pensando en la importancia de la aplicación
de las nuevas tecnologías en la profesión de abogado. Supongo que te
preguntarás por qué. Pues bien, esta inquietud no ha surgido por casualidad,
sino que se debe a que he tratado el tema gracias a una nueva asignatura: Tecnología aplicada a ejercicio de la
profesión.
Y es que cada vez son más los despachos que se anuncian en
Internet y son más los despachos y asesorías jurídicas que prestan sus
servicios a través de sus páginas web. Lo último que me podía imaginar es que existe
un sistema por el que cualquier persona puede escribir su consulta (sobre una
cuestión jurídica) y una máquina responde
a la misma. Por no hablar de que, en un futuro no muy lejano, los abogados
podrán atender a sus clientes mediante video-conferencias.
La tecnología avanza y esta profesión lo hace con ella,
sacándole el máximo partido.
También hemos hablado estos días sobre atención
personalizada, confianza y transparencia en nuestro trabajo, de forma que nos
diferenciemos del resto por nuestra marca personal. Por eso, me pregunto: Con
tanto avance tecnológico, ¿no estaremos desvirtuando la profesión de la
abogacía? O, mejor dicho, ¿no se estará virtualizando demasiado?
Desde mi punto de vista, el abogado debe caracterizarse por
la transparencia (no se puede ser alguien que no eres) y por ofrecer un
servicio personal y cercano al cliente basado en la confianza entre ambos.
Pero, ¿cómo se puede garantizar todo esto si no hay contacto
entre el cliente y el abogado? ¿En qué se basa la relación abogado-cliente si
nos comunicamos con una pantalla? ¿Cómo seremos capaces de conseguir la
confianza del cliente si sólo somos accesibles a través de un ordenador?
Me gustaría poner un ejemplo que, si bien no tiene que ver
con la abogacía, sí tiene que ver con la confianza:
El Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, en una
comparecencia pública utilizó para dirigirse a los periodistas una pantalla de
plasma sin que hubiese una rueda de prensa posterior. ¿Qué supuso esta imagen
para mí? Una clara distancia entre la política y el pueblo y, la confianza (tal
demandada en estos días en el ámbito político) brilló por su ausencia (una vez
más).
Te preguntarás, amigo lector, qué pretendo decir con este
ejemplo. Te lo diré: Las nuevas tecnologías suponen un avance a gran escala en
todos los ámbitos, incluida la abogacía, y han sido capaces de acercar
personas, por tanto, no las utilicemos para alejarnos.
En mi vida profesional, quiero ser una abogada que transmita
confianza, confidencialidad y transparencia a mis clientes. Quiero apostar por el
asesoramiento personalizado, face to face,
comprometiéndome con la causa de mi cliente como si de la mía se tratara. Porque
sólo así, se consigue fidelizar al cliente y que éste vuelva.
¡Feliz lunes!
Hablas de confianza, confidencialidad y transparencia a los clientes, cuando la tecnología ofrece confianza a quienes se consideran los genios de la informática; confidencialidad, que es lo que menos te puedes esperar de un mundo cada vez mas amenazado por la tecnología y transparencia, cuando veo que hasta el propio presidente del gobierno no ofrece ni la más mínima transparencia a través de ella, la tecnología.
ResponderEliminarEn mi opinión la abogacía y la tecnología se pueden complementar hasta cierto punto, pondría como ejemplo a la ciencia y la religión, pero claro, hasta que punto estamos dispuestos a llegar cuando no sólo hay de por medio un cliente al que ofrecerle un servicio impecable, sino que hay poder, riquezas y popularidad...
Para terminar quiero decir que no me dedico a la abogacía ni tengo la intención, pero si que creo que el pedir ayuda nunca viene mal, pero cuando se sobrepasa el hecho de pedir ayuda y lo que se hace es pedir trabajos hechos es cuando se traspasa el punto que antes he nombrado y se entra en la ignorancia completa.
Como dijo Newton: "Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos es un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir de el plan de un Ser omnisciente y omnipotente."
¡Hola lector!
EliminarEn primer lugar, agradezco mucho tu comentario a esta entrada. Me ha encantado conocer tu opinión acerca de este tema y vaya por delante que la respeto totalmente y la comparto, pero me gustaría hacer una serie de precisiones.
Tal y como señalas, la tecnología, a priori, no parece ser garante de las características que creo imprescindibles en un abogado: Confianza, confidencialidad y transparencia. No obstante, creo que estas cuestiones no sólo dependen de la tecnología en sí sino que también dependen de cómo nos demos a conocer a través de ella.
En el caso del abogado: ¿Es incompatible el ejercicio de esta profesión con la transparencia en Internet o en las redes? En mi opinión no, si queremos ser transparentes lo seremos tanto en persona como en Internet y para ello no hay más que mostrarnos tal y como somos.
¿Es imposible la existencia de confidencialidad con la tecnología? Desde mi punto de vista, tampoco. El hecho de pedir asesoramiento jurídico por Internet no implica acudir a foros de abogados donde todo es público, sino que ya hay plataformas y medios que permiten que el asesoramiento sea tan privado como dentro de un Despacho.
Y, por último, ¿no podemos conseguir la confianza si utilizamos la tecnología? Claro que podemos, sólo que es más complicado (esta es mi opinión personal) que si se hace personalmente y cara a cara (no hablando con una máquina).
Pero hay que tener en cuenta que las tecnologías van a seguir desarrollándose y si no queremos quedarnos atrás, si queremos participar en este mundo globalizado, deberemos ser capaces de hacer que nuestros clientes confíen y crean en nosotros sin necesidad de vernos.
Lo que he querido recalcar en esta entrada es que hay una fina línea de separación entre "el bien y el mal" en el uso de la tecnología, entre tener estas características y no tenerlas. Por eso, apuesto por situarnos en ese punto intermedio en esa fina línea que consistiría en no renunciar ni a estos caracteres ni al uso progresivo de la tecnología porque, como decía Aristóteles:
"La virtud es una disposición voluntaria adquirida que consiste en un término medio entre dos extremos malos, el uno por exceso y el otro por defecto".
Muchas gracias por tus opiniones y espero el siguiente blog!!
ResponderEliminarLa verdad que es un debate bastante largo, puesto que, por ejemplo, como aseguras que el cliente adquiere la disposición voluntaria en un término medio, o cómo aseguras la veracidad y seguridad por internet, cuando vemos a diario casos de estafas en páginas "seguras".
Incluso, la tecnología no puede adquirir una disposición voluntaria, entonces, como asegurarías, en ese caso , que no te estás relacionando con una máquina-
Un saludo.
¡Hola de nuevo!
ResponderEliminarGracias a ti por mantener el debate abierto. Me alegro de que hayas planteado estos interrogantes porque precisamente ahí es a donde quería llegar. Esta vez trataré de ser más breve.
Ahora mismo creo que la tecnología no es capaz de asegurar ese término medio por sí sola, sino que depende, como ya dije anteriormente, de cómo seamos sus usuarios. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso de la veracidad y la seguridad (y esto es precisamente lo que critico en el post).
Sin embargo, quizá sí se puede afirmar que se puede asegurar que haya un trato personal y cercano (y no un trato con una máquina) si cuidamos la relación con el cliente a través de métodos tecnológicos. Aunque no me declaro a favor de estos métodos, las ciber-conferencias o video-conferencias juegan un papel muy importante en esta profesión tanto en la llevanza de asuntos como en los procesos de selección de un Despacho (de esto hablo por experiencia propia).
Saludos.
Muchas gracias por tus puntos de vista!! La verdad que estoy muy contento con las respuestas recibidas!!
ResponderEliminarEspero mas blogs tuyos alba! Sigue así!
Un saludo.