Querido lector:
En el PSOE le dijeron adiós, qué lástima pero adiós, al que hasta ayer era secretario general del PSOE en Madrid, Tomás Gómez. Los motivos
son, como ya es costumbre en nuestros partidos políticos, la existencia de una investigación
judicial abierta por el sobrecoste de la obra del tranvía de Parla,
localidad madrileña de la que Gómez fue alcalde entre 1999 y 2008. El
sobrecoste en cuestión ronda los 41 millones de euros… ¡calderilla!
Hace unos meses ya hablábamos de cuándo debe dimitir un político o cuándo deben invitarle a irse desde el partido. La opinión no está
consolidada ni mucho menos, pero parece que Sánchez lo tiene claro: No quiere a
nadie que pueda empañar o afectar de algún modo la imagen de su partido, lo que
ha supuesto que algunos (incluso del propio PSOE) vean su decisión como un puñetazo encima de la mesa para hacer valer su autoridad… ¿No podría ser, querido lector, porque el repugna la corrupción
como a todos los españolitos de a pie?

No obstante, en relación con esta oleada de noticias, me
gustaría centrarme en una cuestión que se planteó ayer en el programa de radio “La Ventana” de la Cadena Ser con Carles
Francino: ¿Es un buen momento para destituir a Gómez a tan sólo 100 días de las elecciones autonómicas?
En mi opinión, es totalmente necesaria. ¿Por qué? Porque considerando la acreditada crisis de confianza por parte de los ciudadanos que están sufriendo los partidos políticos, lo que menos interesa a cualquier partido
político a día de hoy es mantener entre sus filas a personas cuya reputación y honradez
es cuestionada o puede ser cuestionada en un proceso judicial.
Yéndonos al terreno jurídico, permíteme, querido lector, que
haga acopio de lo que investigué hace un año sobre cada uno de los partidos
políticos de mayor representación en España para elaborar mi Trabajo Fin de Grado:
Si acudimos a los Estatutos Generales del PSOE, vemos que se
regula la expulsión del partido (arts. 8 y 54 E.PSOE). Realmente, en este caso
no se ha dado tal medida sino que sólo se ha destituido a Gómez del cargo que
ostentaba, pero lo que quiero mostrar es que si realmente hubiesen querido dar
un golpe en la mesa definitivo quizá
lo podrían haber hecho. Existe otra norma que afecta de forma directa a los
afiliados socialistas, el Reglamento de los Afiliados y Afiliadas.
En este Reglamento se regula un proceso sancionador en el
que se tipifican las faltas en las que pueden incurrir los afiliados. Si nos
vamos al art. 41, correspondiente a las faltas calificadas como muy graves,
encontramos que tienen esta consideración los siguientes tipos:
e) La falta de probidad y honradez en el desempeño de cualquier cargo público
u orgánico, así como los derivados de la irregular administración de los fondos
del Partido o de la Administración.
i) Menoscabar la imagen de los cargos públicos o instituciones
socialistas.
A estas faltas muy graves les corresponden las sanciones previstas por el art. 44 del citado Reglamento en su letra c), que van desde la
suspensión de la militancia, la inhabilitación para desempeñar cargos orgánicos
o cargos públicos dependientes del partido hasta la expulsión del mismo.
Trayendo a colación las razones y motivos dados tanto por
Sánchez como por César Lucena (responsable de la Organización socialista),
recordemos, “el asunto del tranvía de Parla así como aspectos de la operación Púnica que han afectado al entorno de Gómez han causado un deterioro grave a la imagen del PSOE y han creado inestabilidad orgánica”, el partido podría justificar perfectamente con
base en los artículos citados anteriormente la expulsión definitiva de Tomás
Gómez… Pero, querido lector, ¡no va a llegar la sangre al río!
No obstante, Gómez no está contento (como era de esperar) y califica esta decisión como irregular y antiestatutaria ya que ha sido tomada
por un órgano manifiestamente incompetente ya que, según el art. 11 del Reglamento de Funcionamiento de la Comisión Ejecutiva Federal dicha Comisión es
competente para la gestión de las cuestiones ordinarias y, en su opinión, ésta
no es una cuestión ordinaria.
El debate está ahí, ahora bien, por el momento: ¡Tomás
Gómez, a la p*** calle!
