Querido lector:
χρόνια και χρόνια /jroña que jroña/ significa en griego “años y años”. Son ya varios meses, aunque en realidad parecen años y años, los que llevamos escuchando
toda clase de especulaciones y conjeturas acerca de lo que puede ocurrir en Grecia dependiendo del resultado de sus elecciones generales. Incluso, se ha barajado
la posibilidad de que la eurozona quiera expulsar a Grecia de la UE.

Toda esta vorágine parte de un momento concreto: Las elecciones europeas celebradas en mayo de 2014. El resultado de estas
elecciones dejó entrever un cambio radical en Grecia: El triunfo por goleada de la extrema izquierda, que apuesta por una lucha contra la austeridad, hizo que
el partido conservador griego Nueva Democracia le viera las orejas al lobo.
Ahora esta preocupación vuelve a estar entre los temas de la
Mesa de Europa por las promesas que Alexis Tsipras, líder del partido izquierdista Syriza, cumplirá si gana las elecciones: Renegociar la deuda
pública de Grecia, exigir a la UE que el Banco Central Europeo financie directamente
a los Estados, subir el IRPF griego al 75% para los que tengan ingresos por
encima de 1.000.000 €, cambiar la ley electoral, adoptar un impuesto para
transacciones financieras y rebajar el gasto militar.
La que más “asusta”
de todas ellas es la renegociación de la deuda. Es tal el “terror” (así lo ha denominado el Primer Ministro griego Samarás)
que provoca esta promesa, que a medida que se han ido acercando las elecciones
y que la extrema izquierda iba sumando votos en las estadísticas, la Bolsa de
Atenas ha experimentado una caída espectacular.
Los mercados financieros tienen miedo… y, al parecer, la UE
también.
Abro paréntesis – Hay que matizar que la UE tiene miedo de
la extrema izquierda pero, al parecer, no de la extrema derecha. Aún estoy
esperando alguna reacción a que Marie Le Pen (política francesa de extrema
derecha) esté ganando cada vez más adeptos en una Francia que presume tener por
bandera “liberté, egalité et fraternité”.
Los extremos no son buenos, ya lo dice mi madre, pero está claro que la UE
prefiere un extremo que aplica la Ley del Puño Cerrado y de la Austeridad, es
decir, que paga sin “peros”; a otro
extremo que quiere pagar “pero”
renegociando su deuda – Cierro paréntesis.
Si acudimos a la norma que podría contener esta cuestión, el
Tratado de Lisboa, vemos que tan sólo regula un procedimiento por el que un Estado
miembro se podría retirar voluntariamente de la Unión Europea en el
artículo 50 de este texto legal. Es decir, no hay ninguna previsión legal por
la que un país de la UE pueda ser expulsado.
Ahora bien, lo que sí es posible es una expulsión de facto dejando a Grecia sin euros. Por ejemplo, ante la decisión unilateral por parte
del Gobierno griego, supongamos el Gobierno de la extrema izquierda, de un
impago (y no renegociación) de deuda el Banco Central Europeo podría dejar de
abastecer a Grecia de euros líquidos (billetes y monedas), por considerar que
ya no es seguro seguir dando dinero a sus bancos. Esto provocaría la falta de
euros en Grecia que se vería obligada a volver a los antiguos dracmas.
No obstante, las últimas declaraciones de la Comisión Europea parecen poner punto y final a estos rumores al asegurar que “especular sobre la salida de Grecia del euro es perder el tiempo”.

¿Tiene miedo el actual Gobierno griego al voto de la
juventud? Si, como dijo Churchill, “quien
de joven no es de izquierdas, y de mayor no es de derechas; de joven no tiene
corazón y de mayor no tiene cabeza” y suponiendo estos jóvenes griegos son todo
corazón, lo que cabría esperar es que los dieciocho añeros votasen a la extrema
izquierda.
Los mercados financieros, la Unión Europea, el actual
Gobierno griego… ¿quién más tiene miedo a la extrema izquierda? ¿O es que tienen miedo al cambio?
No me declaro fiel defensora de los extremos porque, al
igual que mi madre, pienso que tanto por exceso como por defecto son malos. Lo
que sí defiendo es EL CAMBIO y está claro que tanto Grecia, como España lo
están pidiendo a gritos. Por tanto, dejemos que elija el pueblo
democráticamente.
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